martes, 10 de agosto de 2010




En una tarea entusiasta y paciente, Sasso reconstruye la historia de los tupamaros acudiendo principalmente a los testimonios directos de los participantes de lo que fue una construcción colectiva —y se evidencia en este libro— muy distinta a la de otros movimientos guerrilleros latinoamericanos.
Los comienzos nebulosos y confusos del MLN-T se presentan en su dimensión política y humana: las voces que aquí se escuchan no tienen tono épico, suenan reales y cercanas. El autor las encuadra en una amplia investigación documental que recoge elementos poco conocidos hasta ahora.
Sasso recrea los episodios de apertrechamiento del Tiro Suizo, de la aduana de Bella Unión y de la armería El Cazador; también se detiene en el rol de la “Base Pinela” y en las instancias fundacionales del Coordinador. En esa reconstrucción se plasman la audacia y compromiso de aquellos hombres y mujeres pero no se ocultan las improvisaciones, los errores y hasta cierto grado de ingenuidad frente a la envergadura de los objetivos que se proponían.Si bien el texto es una pieza casi coral, también aparecen los testimonios ineludibles de Maria Elia Topolansky, Mauricio Rosencof, Julio Marenales, Eleuterio Fernández Huidobro, Maria Elena Curbelo, Jorge Manera Lluveras, entre otros.

Rolando Sasso



Rolando W. Sasso Mendoza, nació el 8 de junio de 1954 en Dolores, departamento de Soriano, Uruguay. Desde pequeño vivió en Montevideo, donde cursó primaria y comenzó secundaria. Volvió con sus padres a su ciudad natal, donde continuó sus estudios y se inició en la militancia frenteamplista durante la campaña electoral de 1971. Al año siguiente fue detenido por el ejército, junto a otros tres jóvenes, acusados de apoyar al MLN (Tupamaros). Estuvo detenido en diferentes establecimientos militares hasta ser liberado en 1977. Luego de un corto período en la capital, se exilió con su compañera en Suecia, donde nacieron sus dos hijas. Allí se interesó especialmente en los procesos político-militares en América Latina. Regresó a Uruguay a mediados de 1985, apenas concretada la apertura democrática.
Colaboró con la revista Liberación Nacional, órgano del 26 de Marzo en el Uruguay y luego con la revista Temas de Mate Amargo, sobre cuestiones internacionales. Incursionó en la fotografía de prensa obteniendo algunos premios. Escribió regularmente en el quincenario Mate Amargo, hasta el cierre del mismo y esporádicamente en otras publicaciones. Actualmente colabora con el mensuario La Prensa Zonal y con una columna permanente en el mensuario Participando.
En el año 2005 publica su primer libro con Editorial Fin de Siglo: La toma de Pando, la revolución joven.

Apuntes sobre el Tiro Suizo


La Sociedad Tiro Suizo (STS) de Nueva Helvecia fue fundada el 19 de abril de 1874 y se la considera la institución deportiva más vieja del país. Las primeras familias suizas habían llegado a fines de 1861 desde Basilea, a orillas del Rin, trayendo sus herramientas de trabajo (para huertas, granjas y chacras) y armas de defensa, fundamentalmente fusiles Fetterri y Martini. Se organizaron para defenderse unos a otros frente a los gauchos matreros que incursionaban para robarles, y practicaban la tradición suiza del tiro al blanco. Hasta que en una asamblea decidieron la fundación del club, que se instaló originalmente a los fondos del Hotel Suizo. Cuando este cambió de dueño, el polígono se mudó a un predio cercano que pasó a ser de su propiedad.
De ese lugar un grupo de jóvenes robaron las armas. En abril del año anterior se había conmemorado el centenario de Colonia Suiza. La sociedad uruguaya de comienzos de los años 1960 se vio sorprendida y sacudida por aquel extraño episodio. Pero poco es lo que se ha escrito sobre la “Operación Tiro Suizo”, a pesar de ser considerada la primera acción de ese tipo en el Uruguay contemporáneo y un mojón identificable en el proceso de formación de lo que más tarde será el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Sin embargo algunas fuentes pueden consultarse. Es el caso de Actas Tupamaras, de Fernando Rodríguez: “En una de esas charlas se habló de las armas del Tiro Suizo; luego en alguna otra, quizás se mencionó de nuevo el tema, aunque tampoco surgió ningún propósito de realizar la acción. Pero ello sirvió para que un grupo tomara nota del dato, y más tarde, cuando esas armas se consideraron necesarias según cálculos realizados con terceros, se decidió ejecutar la acción de tomarlas”.1
En estos días, cuando hablamos con el “Loco” Carlos Rivera Yic en su casa de Pajas Blancas, descubrimos que el dato lo había aportado un hombre que dominaba los temas teóricos pero nunca se vinculó formalmente a organización alguna. “La información nos la dio un loco que..., loco no, loco le decíamos nosotros, Mario Naviliat, que era un doctor de Colonia Suiza. O sea que había nacido ahí y nos dio los datos de que había armas. Y él todavía nos hizo de campana en el pueblo, andando en su auto, vichando. Nos trajimos todos los fierros y las balas que había. La mitad las llevó Raúl para Artigas y la otra mitad las trajimos nosotros para aquí”, recordó Rivera Yic, uno de los protagonistas del singular robo. El dato lo confirmamos con el senador Eleuterio Fernández Huidobro, ante la imposibilidad de hablar con Naviliat, quien falleció hace algún tiempo.
Entretanto, el –también fallecido– periodista Carlos Núñez, desde su libro Tupamaros: la única vanguardia, relataba que “en julio de 1963, diez años después del asalto al Cuartel Moncada que marcara el inicio de la lucha insurreccional en Cuba, un grupo de militantes de izquierda encabezados por Raúl Sendic penetró en el local del Club de Tiro de Colonia Suiza (una apacible villa de descanso del interior uruguayo) y se apoderó de una docena de fusiles sin cerrojo. A la vuelta de algunos años, esta acción ha llegado a ser vista por la mayoría de los uruguayos como el ‘bautismo’ noticioso de lo que con el tiempo llegaría a ser el Movimiento de Liberación Nacional; pero, por entonces, esa ‘expropiación’ de armas despertó las más diversas reacciones”.2
A modo de ejemplo sobre las reacciones que generó el suceso en aquel entonces citamos un copete del diario El País, publicado el sábado 7 de setiembre de 1963, cuando comenzaba a develarse lo ocurrido cinco semanas antes: “Con la tormenta llegó al Uruguay la noticia inesperada de que un tipo de actividad desusada y de ribetes revolucionarios se había insertado en nuestro medio. En una ciudad del interior, un grupo de hombres sobre el que no recaían sospechas sustanciales, aparece de pronto comprometido en el robo de armas largas similares a las usadas por nuestro ejército, algunas de las cuales habían sido prestadas por las Fuerzas Armadas. Lo insólito del hecho es que repentinamente este acontecimiento aproxima al Uruguay a la fisonomía habitual del continente, afectado por la acción subversiva de guerrillas y grupos de saboteadores”.
Mucho más acá en el tiempo, José Luis Baumgartner escribió en Crónica desaforada. Uruguay 1950 - 2005, algunas reflexiones sobre el hecho: “Baqueanos políticos entienden que el grupo encabezado por Sendic operaba como ‘Brazo armado’ del Partido Socialista –que venía del reciente descalabro electoral del 62 con la UP–. En todo caso, de ser cierta la especie, el vínculo no debió mantenerse mucho tiempo; entre otras razones, atendiendo sólo a los aspectos prácticos, por la insoslayable contradicción entre la necesidad de hermetismo - clandestinidad de un grupo armado y las consabidas vías de acción y decisión de un aparato político legal; al tiempo que seguramente debieron plantearse, también, fuertes divergencias teóricas sobre la forma en que debía encararse la acción política entonces, aquí”.